miércoles, 13 de mayo de 2009

The Neon Club



El lugar perfecto para encontrarse y perderse a la vez. Un espacio que a veces existía sólo en la memoria de unos pocos. Y en la retina de muchos, tal vez demasiados. A las en punto sonaba siempre el mismo tema. Siempre del último trabajo del primer desgraciado que se aventuraba a cruzar el umbral. "He venido a hablar de mi libro", soltaba mientras nadie parecía escuchar. El éxito, la fama, todo acababa ahogado en unas cuantas copas sin nombre, en unas cuantas caras sin alma. El tiempo -inexorable, como el de Manrique- , cobraba forma de reloj de muñeca parado hacía bastantes horas ya. Minutos gastados y malgastados durante tal vez demasiadas noches. Pero así era el Neon. Brillante, vibrante, perfecto... casi como el primer día. Pendiente de todos aquellos que quisieran mirar, de todos aquellos que se atrevieran a traspasar la parte más oscura del día, que siempre era uno, el mismo, repetido durante las 24 horas que año tras año aguantaba en pie como si nada. Como si nadie.