miércoles, 25 de febrero de 2009

Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu



384.400 Km de interrogantes los separaban en una noche que caía a pulso sobre los dos.

Ella, distante y fría, se mostraba más real que nunca, como recién estrenada, mientras observaba todo y a todos.
Él caminaba ausente totalmente ajeno al influjo de su mirada. Sin embargo ella le perseguía en cada paso. Era parte de esa sombra de la que él no lograría desprenderse nunca aunque quisiera.

Dio un ultimo paso, paró en seco y la miró. La miró como quien de repente se contempla en un espejo y siente no reconocerse. Como quien mira un suelo tantas veces recorrido y repara sin saber por qué en el diseño de las losetas.

Quiso ser otro sin cambiar de piel. Transformarse en algo diferente, despiadado, casi violento, algo que pudiera ser el contenedor perfecto a esa impotencia que sentía, tal vez, demasiado a menudo. Gritar, aullar, sacar su peor cara y tener además la justificación para ello. Quería ser abatido por 1 ó 1.000 balas de plata si así lograra calmar su rabia.

No dijo nada pero una vez más volvió a dejarle sin habla. Algo lo revolvió por dentro. Estaba ahí, casi podía tocarla, tan cercana y a la vez totalmente inalcanzable. Tal vez por eso le gustaba tanto, porque nunca podría tenerla.

Apagó su cigarrillo pisándolo a conciencia y continuó su camino. Su vida, menguante como ella, le esperaba. Esa noche saldría a su encuentro.